martes, 22 de julio de 2014

00.39 NO NIEGO QUE ESTOY CANSADO.











No puedo negar que estoy cansado; cansando de que las leyes y los gobiernos ataquen a quienes emigramos y volvimos. (la palabra retornado es insultante, discriminatoria e indigna, nos clasifica como españoles de segunda). Mi familia es española desde la noche de las edades de España como país; pero lo que no sucede, al menos no lo he vivido en otras partes, aquí parece un crimen: el haber salido y vuelto. No es sólo una cuestión de los gobiernos y de las leyes, también está en el subconsciente colectivo de la mayoría de las personas españolas; por eso cuando están en puestos de gobierno, actúan, discriminando a aquellos que regresaron. El dicho: “el que fue a Castilla perdió su silla” refleja la ignominia que nos aguarda a los que salimos. Perecen tener miedo de que le quitemos lo que es “suyo” es decir lo que algunos pudieron conseguir gracias a los generosos envíos multimillonarios en divisas, de millones de trabajadores que salieron a buscar un futuro mejor, en duras condiciones, en otros países, puesto que España no les ofrecía mejoras de su situación económica. Y ahora, los que volvemos, nos encontramos con toda clase de dificultades burocráticas, para volver a intégranos en nuestra patria.

Mi caso es bastante elocuente: mi esposa es nacida en Austria; pero tiene nacionalidad venezolana, sus padres son, él ruso de Leningrado (hoy san Petersburgo) y su madre, alemana de los “sudettesland” alemanas afincados en el norte de la antigua Checoslovaquia. Dadas las condiciones después de la 2da. guerra mundial, tuvieron que ir en 1948, a Venezuela, siendo mi esposa de un año y medio de edad. Como es obvio tuvo que adquirir la nacionalidad venezolana.

Cuando llegamos a España en el año 2001, no tuvo problemas para que le dieran la residencia española; pero cuando se le venció el NIE y por descuido no lo renovó, (teníamos problemas económicos por la situación de Venezuela, debido a que cerraron la salida de divisas) y ello nos produjo más de una enfermedad. En fin, cuando quisimos que renovara su NIE, le pidieron una serie de requisitos que no le habían solicitado la primera vez, entre ellos tener una entrada de dinero, siempre el dinero, de más de 8000.00 y pico de euros anuales. Cuando intentamos explicar a la administración que, por el momento, me habían suspendido e complemento de la pensión de la pensión española que era unos: 490.51 euros reduciéndola a 33. 24; enviándoles esa información más lo que recibo de Venezuela unos 5600.00 euros anuales, expresados en bolívares; recibí el rechazo total a la residencia de mi esposa en España, por no tener la cantidad necesaria para sostener su vida aquí. Cuando me restituyen el complemento de la pensión española, volví a introducir los papeles solicitándola de nuevo, pues cumplía en este caso con las condiciones monetarias requeridas y, cual es mi sorpresa, que recibo una carta donde no solamente me solicitan comprobante de cuanto recibo, cosa que estaba incluida en los papales enviados, sino que también solicitan, que la tarjeta sanitaria, exigencia para demostrar que tenía seguro de salud, sea renovada. Es de ley que una vez otorgada la tarjeta sanitaria esta puede vencerse, pero el derecho a tener seguro de salud no. También rechazaron el libro de familia como comprobante de mi matrimonio el cual había sido otorgado en el consulado de España en Caracas y piden un comprobante de ese mismo consulado con la misma información que aparece en el Libro de Familia. Hasta donde se, dicho libro, no ha sido legalmente declarado invalido y por lo tanto tiene validez legal ante el gobierno hasta que por ley sea desactivada su legalidad. Para lograr, por dos veces, obtener dicho papel en Caracas, mi hermana tuvo que arriesgar su vida y lo afirmo textualmente, pues fue cuando la situación en esa zona de Caracas donde está el consulado, estaba sometida al ataque de la guardia nacional bolivariana y ella tardo más de 5 horas en regresar a donde vive en la periferia de la ciudad.

En fin, papeleo y peloteo, para poder convivir con mi legítima esposa, censada y inscrita en el consulado de España en Caracas, Venezuela. Si me vuelven a negar su residencia que puedo hacer, es como si el vinculo matrimonial estuviera condicionado por un reglamento, no una ley, aprobado en Abril del 2012 y firmado por la Vicepresidenta del Gobierno actual. Dicho reglamente me impide y destruye mi matrimonio, estando dicho reglamente por encima de la ley que instituye el matrimonio como base y cimiento de la sociedad, puesto que no me permiten, por dinero, convivir con mi esposa en este país. No tengo falta de recursos para vivir, pues mis tres hijos nos ayudan, pagando varias cuentas y la comida; pero eso no es demostrables fehacientemente para la administración. Luego reitero : un reglamento destruye el matrimonio al condicionarlo a un requerimiento burocrático absurdo para que un español casado con una extrajera, después de 40 años, pueda vivir con ella. Magnífico ejemplo de justicia equitativa y justa, donde el gobierno importa más que el ciudadano y ajusta las leyes a su conveniencia para que seamos las personas quienes son sometidas al imperio de leyes que sólo piensa en el beneficio de un estado impersonal, manejado, a veces, por unos y por los otros. Esto y otros muchos dislates y medidas recaudatorias parecidas hacen que los ciudadanos se distancia de la democracia y opten por gobiernos fascistas, dictatoriales, comunistas y similares; como forma de buscar una justicia social en cosas elementales que podría ser superadas y corregidas si se tomara en cuenta que el estado es para el bienestar de los ciudadanos y no para que el gobierno cuadre de cualquier manera sus cuentas.

Definitivamente los ciudadanos no contamos para los gobiernos o están tan imbuidos en sus problemas que se olvidan de legislar teniendo en cuenta la mejor para ellos. Y no me digan que no se puede hacer, sino que la ausencia de Dios y lo digo con conocimiento de causa, en sus vidas y actos, los lleva a proceder dentro de parámetros de injusticia asociados a las limitaciones de interés humanos por los otros; osea el egoísmo y egocentrismo de los hombres que no saben vivir en la dimensión de los mandamientos de Dios. Pues allí reside el principal obstáculo para hacer bien lo que se tiene que hacer.



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