miércoles, 9 de septiembre de 2009

00 19 LA TRAGEDIA DE CHAVEZ


LA TRAGEDIA DE CHAVEZ

Hugo Chávez es un hombre en una encrucijada: la encrucijada de su vida personal, caótica, inconsecuente, inestable, criado sin amor ni verdaderos valores reales y válidos que trata de compensar mediante una especie de conversión de “su mundo” a los antivalores del capricho en el instinto y nociones, “dix” que sacadas del ideario bolivariano, en un “potpurrí” indefinido, inconstante e inconsistente de definiciones de vida que cambia según las circunstancias. De aquí su continua búsqueda de apoyo en el fantasioso y agónico Fidel Castro que aún no quiere reconocer su fracaso de vida y de sociedad que ha “fabricado”; esta persona, émulo de muchos males, expande un ideal de estrellada utopía donde sufren millones de personas por su fracasada locura idealista. Chávez, utópico y alienado, sigue al pie de la letra sus consejos y actos que han llevado a Cuba al mayor fracaso social y económico que conoce América.

La otra vía de su encrucijada es la militarista, guerra, destrucción, mentira, odio; es decir, el mal en estado más puro que no se atreve, todavía, a instaurar pues no se siente seguro del resultado. Algunos de los inconscientes que le rodean, le estimulan a ir por ese sendero donde se estrellaron Mussolini y Hitler y todos los “guerristas” que ha habido.

Su “elan vital” no contempla la retirada, el asumir el fracaso de su gestión, la nadería de sus propuestas; después de tanto esfuerzo rendirse y claudicar, reconocer su error y equivocación: ¡nunca! Y así camina hacia el desastre de su propia vida y de muchos otros que lo siguen, en una marcha loca y empecinada; el abismo está a la vista, pero el conductor ni frena ni cambia de rumbo. ¡Qué mueran conmigo! ¡Patria, socialismo o muerte! Y será ésta última, para su desgracia y la nuestra, lo que ocurrirá. Así fue el caso del nazismo hitleriano, hasta el final se impuso el sacrificio de todo y de todos, hasta que el “líder” acabó consigo mismo, abandonado por todos y en un caos de locura y de muerte.

Pero así como Alemania surgió de sus cenizas, también en Venezuela, después de su “purificación” volverá a la calma y los días de paz, pues el precio a pagar, por los desmanes de muchas personas, se habrá pagado y se volverá a soñar y reír de alegría. Esto, mientras el mal no vuelva a hacer ondear su bandera sobre las “almas” de los que viven en el error de seguir sus más bajos instintos.

00 18 LA FORMA DEL PENSAMIENTO PRÁCTICO MARXISTA



LA FORMA DEL PENSAMIENTO PRÁCTICO MARXISTA

La cuestión de la praxis marxista es relativamente simple:

El capitalismo genera el uso y el abuso del trabajo y la plusvalía se la queda el que maneja el capital nunca el que la produce. La injusticia de esto se manifiesta en que los capitalistas, tiene un nivel de vida incomparablemente bueno en relación con los obreros. Si el Estado común-ista, se apodera de las empresas y de todo el aparato económico, el Estado que está dirigido por gente justa (primera falacia) daré la plusvalía a quien la trabaja (segunda gran falacia); claro, esto se hará a través del bienenestar material que podrá dar a los obreros con las ganancias que antes iban a los dueños del capital. Pero como después de “adquirir” todo el aparato de producción de un país: la justicia será regla común, (tercera falacia), pues nadie querrá vivir fuera de un sistema que favorece al más necesitado (cuarta falacia) cuyas esperanzas de vida serán magníficas; la realidad social justificará cualquier sacrificio, incluso el de la vida humana (quinta falacia) para lograr este bienestar, a futuro, evidentemente. Esto con respecto a la producción de bienes materiales.

La justicia representada por gente justa y equitativa (sexta falacia) dará la razón a quien la tenga y nunca, como antes, a los que tengan el poder del dinero. Se crearán bancos para el “pueblo” que prestarán sin intereses y no ahogaran a los deudores si no pueden pagar, el dinero y el poder son del pueblo, (septima falacia).

La educación será para enseñar al “pueblo” las “virtudes” del común-ismo y sus bondades son tantas que todos se convencerán de sus “verdades” (octava falacia), no hará falta mucha ciencia, sólo que la mente del pueblo se transforme en una masa de sujetos que crean ciegamente en el liderazgo del que manda: hombre justo, bueno, integro y adornado con todas las cualidades humanas próximas o sustitutas de la divinidad (novena falacia)

La salud será para todos igual, gratis y de calidad; pues los doctores, gente del pueblo, serán y estarán convencidos del altruismo de su misión y trataran de manera humana y perfecta a los enfermos físicos y necesitados de ayuda sicológica (décima falacia)

Los servicios, atendidos por gente sensibilizada socialmente, no tendrán queja, calidad y cantidad serán la norma; los burócratas, no serán sino servidores del pueblo y considerarán un honor servirle. (undécima falacia).

En fin, el “paraíso comunista” es la única solución al problema del mal y la pobreza, la desidia y el egoísmo de los oligarcas y burgueses que usurpan el poder y la felicidad de la gran masa de los trabajadores (duodécima falacia).

¡Qué bien, todos los problemas de la humanidad solucionados!

¿Por qué no funciona?

Muy simple, es muy simple: la realidad del ser humano no cabe en la expresión racionalista del marxismo; la persona humana: compleja y polifacética, libre y definidora de sus condiciones y aspiraciones de vida, no es aceptada, ni convenientemente analizada en una teoría utópica que pone a las personas como un conjunto de animales domesticados, en rebaños de cumplidores de normas, hechas a la medida de un supuesto líder que tiene todas las limitaciones y contradicciones humanas.
El término de la “caída”, la desproporción de la voluntad inclinada al desorden y al egoísmo, no aparece en el supuesto análisis de la sociedad marxista. La persona no es tal, sino un “animal racional” domesticable y cambiable que debe asumir el “bien” que se le quiere hacer por el líder y sus seguidores fieles.

Con tales presupuestos y falacias a quien pude extrañar los mucho más de cien millones de muertos, las guerras, el hambre, la esclavitud y la hipocresía, símbolos reales de los sistemas inspirados en este inmenso mal que ha arrasado con la humanidad en el pasado siglo y lo que llevamos de este. Mientras los hombres crean que pueden arreglar el mundo sin la dimensión que es Dios, el mal continuara a desarrollar su tiranía y usando nuestras fuerzas, destruiran la esperanza, la vida y la dignidad de toda persona humana que se deje llevar por sus falacias.