viernes, 13 de octubre de 2006

00 05 ME INCENDIA LA SANGRE.




Me incendia la sangre el desafío muerto del espíritu al negar la sonrisa de lo eterno. Seres que reciben la vida y el ser como regalo niegan su procedencia y su destino en un abismo ciego de razones humanas que no ha creado ni la espiga de un campo ni la flor de un cerezo, ni el virus del cáncer ni nada que dibuje el paisaje donde corre su mísero y solitario sendero. Me arde el interior en la respuesta a miles de lenguas blasfemando contra su propio estar. Contra su “yo” que dibuja sus rostros en palabras, y que, sin ellos tan siquiera pedirlo, contempla la belleza que ellos no han podido soñar. El mundo clama venganza contra el hombre que esconde su rostro en “razones” que no tienen vida sino otorgada por el Ser al que niegan. ¿Dónde habitan?. Sino en una esfera que recorre el universo en un camino desconocido, donde nadie, en apariencia, conduce nuestra nave. Somos pasajeros en el planeta Tierra y nosotros no construimos su belleza ni trazamos su rumbo.
Durante millones de años la fuerza que nos guía ha llevado las cosas a su término y sigue perfeccionando la vida , las cosas y los seres en un inmenso plan que escapa a nuestro ojos, a nuestra rutina y, en apariencia, a nuestra inteligencia.
¿Quién se atreve a negar que la ciencia sólo conoce lo que ya es?
¿Qué no crea nada sólo cambia formas, siguiendo las leyes que, según algunos, nadie ha hecho? Y, no obstante, han regido, rigen y regirán nuestro destino. ¿Qué tan ciegos pueden estar algunos seres para negar en base a filosofías de seres mediocres y pagados de si mismos, la grandeza de aquello que depasa nuestro vivir y nuestro ser?.
Si mi razón no lo entiende: no es.

Pero ser sin raíces y carencias de verbos.
Existes y no por ti. Vives y no por ti. Piensas y no por ti. Amas y no por ti. ¿Qué más quieres para entender el misterio?.
Es que la lamentable erudición humana, tiene más peso
que los seres que nacen florecen y mueren a tu alrededor sin que tu los pienses o te ocupes de ellos.
Es que el instante que pasa no hay miles y miles de fenómenos
que ocurren sin que tu, pequeñez aplastante, ni siquiera puedes soñarlos.
No ves que todo bulle de ser, de importancia y de vida
sin que tu hagas o deshagas nada de ello. ¿Como erigirte en juez de lo que no has ni tan siquiera vislumbrado?.
Pobre ser, abismado en si mismo, eres esclavo de tu propia ignorancia.

No hay comentarios: